La Dorna II

Por: Víctor Simón

Sin el sueco Staffan Mörling, es imposible descubrir el mundo de las dornas a él se debe su estudio antropológico de este barco en Galicia.

El descubrimiento de la similitud de los drakars y las dornas en construcción en tingladillo se debe a él.

A finales de los 60, cuando los barcos ferrolanos de miles de toneladas surcaban los océanos del mundo, un joven sueco, alto y rubio, desembarcaba en la costa gallega y procedía a consagrar su vida a recuperar las naves más humildes y la etnografía litoral de las gentes de Galicia.

Staffan Mörling no aterrizó en España por sus barcos. Recorrió toda la península estudiando los ferrocarriles de vía estrecha. Pero lo que le impulsó a quedarse fue el haber encontrado en Galicia un entorno con un rico ecosistema marino y unas desarrolladas identidades y tradiciones que cautivaron su vocación de antropólogo.

En especial, una embarcación: la dorna, el barco de los pobres, sería quien se adueñase de su corazón para siempre. Llegaría a confesar que había sufrido un efecto electrizante cuando la vio por primera vez, por el gran contraste entre su obra morta e obra viva —parte emergida y sumergida—, que le otorgaban sus sobrios colores blanquinegros.

Pero es más: había pasado una temporada investigando los barcos de las islas Feroe, cuna mítica de la cultura escandinava, y descubrió paralelismos entre esta humilde dorna gallega y los arrogantes drakkar vikingos.

Mörling consideraría la dorna la única embarcación de origen nórdico en el sur de Europa, y su presencia solo podría responder a la influencia de las devastadoras razzias o incursiones vikingas que asolaron durante siglos las costas de Galicia. Ambas naves, dorna y drakkar, compartían el sistema de construcción, el tingladillo en el que el armazón no se ejecuta con maderas por adición, a tope, sino por tablazón solapada. De ahí su gran elegancia de líneas y sobre todo la espectacularidad de sus quillas, prolongadas por la roda y rematadas en el caperol. Esta conclusión le haría conseguir una beca de investigación de la Universidad de Lund para su estudio.

Entre 1964 y 1967 se dedicó a hacer fotografías, dibujar planos, hablar con antiguos carpinteros de ribera, realizar minuciosos inventarios… a la vez que hacía el primer mapa lingüístico de sus distintas denominaciones: bote de Ribadeo, gamelas de A Guarda, barlotes de Bares, lanchas de Caldebarcos y Finisterre, trincados de Ferrol, carochos del Miño, chalanas, faluchos, caiucos y tantos otros barcos de madera iban pasando a sus característicos cuadernos. Todo lo apuntaba.

Ons. Situada a pocas millas de la costa, era una isla de apenas 4,4 km² de arenales vírgenes que protegía la Ría de Pontevedra de los fuertes vientos del oeste y suroeste.

Ya citada por Plinio el Viejo, y con huellas de cultura megalítica, fue habitada por eremitas, sufrió ataques de vikingos, corsarios ingleses y piratas. En su evolución cultural, a lo largo de generaciones, había acumulado y combinado elementos en el diseño de herramientas y tecnologías que, dada la insularidad, apenas habían sido modificadas. La carencia de puerto y el aislamiento hacían que la pesca más tradicional, sustento del casi medio millar de personas que habitaban la isla, siguiera vigente. En su Playa de las Dornas, casi un centenar de estas embarcaciones seguían en pleno funcionamiento. Ahí se fue y se quedó.

Una vez le preguntaron por qué se había ido a vivir a ese confín del mundo, y respondió con firmeza: «Un momentiño… Galicia no es un final de la Tierra, es el centro del mar».

Terminada su beca, para mantenerse desempeñó variopintos trabajos y sacó partido a dos de sus posesiones. Con la primera, un gramófono, y por unos céntimos por canción, pinchaba discos para los lugareños —recordaba cuánto le pedían el «Nel blu dipinto di blu» (hacía años que «Volare» había vencido en San Remo, pero cuando llegó Mörling no la conocían, dado que acababa de llegar la luz eléctrica a la isla)—. Y con su segunda posesión, la cámara con la que fotografiaba los barcos, lo contrataban para ser fotógrafo de muertos.

En la isla, como en las villas y aldeas de Galicia, se retrataba a los fallecidos como parte del rito mortuorio de despedida en su tránsito hacia otra vida.

Ons, como tantos sitios de Galicia, vivía con naturalidad el memento mori, la frontera que separaba el mundo de vivos y muertos. La Santa Compaña —procesión de almas en pena que anuncian la llegada de la muerte— atravesaba la propia isla por la Punta Centolo y en el Buraco do Inferno se podían oír los lamentos de las almas en el Fuego Eterno en tiempo de tempestad.

El inmenso trabajo y conocimiento de Mörling se iría plasmando en distintos libros y estudios que se publicarían en varios idiomas. Trincados e lanchas, en Ferrol Análisis; Alá, no medio do mar: A comunidade da illa de Ons, en Naturaleza y Parques Nacionales; La transformación morfológica de la embarcación de pesca de Galicia norte; o su último libro, Namoreime en Ons (Edicións do Cumio, 2015).

Pero su aportación eterna a la etnografía y a la bibliografía del tema serían Las embarcaciones tradicionales de Galicia, primero en Hércules de Ediciones, y después en la Xunta de Galicia; y su tesis doctoral, Lanchas and Dornas: Cultural Stability and Boatshape on the West Coast of Galicia. Libros tan imprescindibles para la cultura gallega como las obras de Rosalía de Castro o cualquier grande del Rexurdimento.

Staffan Mörling, «El sueco de ferro en barcos de madeira» – María Fidalgo – Zenda

En los 60, el antropólogo se lamentaba amargamente de no haber podido salvar del desguace la dorna más grande que quedaba en Galicia: “Si tuviéramos en Suecia un barco así, construiríamos un recinto especial para albergarla”. Y, hasta los 80, solo unos pocos albergaban el sueño de ver navegar de nuevo las embarcaciones tradicionales. Pero Mörling sería todo un revulsivo para la recuperación real, y no solo documental, de este legado patrimonial. Se convirtió en un referente para aquellos que pensaban que lograrlo podía ser posible.

En los 90 todo cambiaría. Un hecho providencial, que hoy se vislumbra simbólico, sería su empeño en la recuperación de una gran lancha xeiteira. Se conservaba hundida en Ézaro junto al mítico Monte Pindo, en la desembocadura del Xallas, único río que desemboca en cascada, y pieza del sólido argumentario del Colón gallego. No se pudo restaurar, pero se construyó una réplica exacta, Nova Marina, que se convertiría en el mascarón de proa de un gran movimiento asociativo que cristalizaría en la Federación Galega pola Cultura Marítima FGCMF (hoy Culturmar). Presentada al público en Póvoa de Varzim en 1993, Mörling deslumbraría allí no sólo por su erudición, sino por su elegante porte de orador clásico. La dorna dejó de ser o barco dos pobres para convertirse en el símbolo de una nueva era, y participó por la puerta grande en la Fiesta Marítima Internacional de Brest (Bretaña). Galicia se iba situando a la vanguardia de la recuperación del legado marítimo, paralelamente a la Bretaña francesa o a Noruega.

El sueco, además, supo hacer ver que, a la vez que los museos debían preservar las antiguas naves para evitar su deterioro, podían establecerse nuevos usos acordes a los tiempos. Si las réplicas se hacían aptas para el recreo, la sociedad podía disfrutar plenamente de ellas. Algo que consiguió: hoy, surcan las rías gallegas decenas de embarcaciones tradicionales que dejaron de tener su función original, pero que mantienen la condición de elemento identitario de primer orden. Se unen anualmente en brillantes encuentros, a los que Mörling acudía con gran ilusión.

La identificación del marinero como símbolo de la autenticidad del hombre gallego había comenzado en el Rexurdimento y continuado en tótems como los escritores Vicente Risco u Otero Pedrayo. Risco afirmaba que eran “preservadores de valores y seña de la identidad ancestral de Galicia», algo que en los estudios de Mörling se exhibió de forma más nítida y firme que en proclamas y manifiestos ideológicos. Lo haría investigando y poniendo su pasión y rigor al servicio de una idea, en su caso todo un proyecto de vida: el legado patrimonial de la vida mariñeira.

Álbum de fotos.

Como información complementaria, os recomiéndanos la visualización del vídeo publicado en Vimeo por: Diego T. Freijeiro de un video realizado por los hermanos Mörling, donde Staffan explica la vida en la isla de Ons y diversas características del empleo de esta embarcación y su utilización en las labores de pesca del pulpo y la utilización de la vela.

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