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CRONICA DE LA PRIMERA BRONTOQUEDADA DE VERANO
BOIRO, miércoles 17 de agosto de 2016
Una idea lanzada desde Sevilla por José Emilio, le convierte en el organizador de una nueva actividad para los brontosailors. Tras el lógico susto y el inmediato arrepentimiento que normalmente sobreviene en estos casos, se pone en acción. Propone el lugar para el encuentro y una encuesta para fijar la fecha, en función de las preferencias de los posibles participantes.
El lugar que elige, el mesón Os Muiños, no tiene rival. La encuesta se hace utilizado las posibilidades que nos brinda el nuevo Blog que ha preparado Cristina. Vistas las respuestas recibidas y una vez comprobada la disponibilidad del mesón, se acuerda que la fecha sea el miércoles 17 de agosto.
Dos semanas antes de esta fecha, los quince inicialmente apuntados nos encontramos ya en contacto mediante un grupo de whatsapp creado por el organizador, con lo que empiezan a llegarnos noticias y fotos de los que ya se encuentran en la zona, algunos incluso navegando por las rías.
Nos dicen que el tiempo es espléndido, más caluroso de lo habitual, aunque, según las previsiones, cambiará justamente en la noche anterior al encuentro. ¡Que puntería! El temor a la lluvia, aconseja que la comida sea a cubierto, pero el resto de la organización sigue su curso. En las conversaciones del grupo de wp se van perfilando otros detalles y especialmente las actividades para la tarde, según el plan que propone Chipi.
La cifra final de participantes, que trae de cabeza al organizador y al joven gerente del mesón, hijo del que conocimos hace años, también se va definiendo. Finalmente somos diecisiete los que confirmamos nuestra asistencia. Lamentamos algunas bajas de última hora y recibimos con alegría las nuevas incorporaciones.
Según lo previsto, el día 17 amanece lloviendo. Nadie se asusta, así que a la hora fijada, las dos de la tarde, ya estamos todos en Os Muiños con un ribeiro en la mano. El reencuentro produce una gran alegría, especialmente al saludar a algunos que no vemos desde hace muchos años. Aprovechado que ya no llueve, antes de empezar a comer, nos paseamos por el exterior del molino y nos hacemos las primeras fotos de grupo.
Ya dentro, nos distribuimos en tres mesas, que nos permiten una fluida conversación al tiempo que disfrutamos de la magnífica comida a base de las típicas raciones del mesón, excelentes y abundantes, con empanada de zamburiñas incluida, buena dosis de ribeiro y café de puchero. Aplauso para el mesón que, con su nuevo gerente, sigue en su línea habitual. Aplauso también para José Emilio, por la hábil negociación de raciones, precios y chupitos a cargo de la casa.
Terminada la comida, Chipi nos explica el programa de la tarde, que ha preparado tras hablar con el jefe de base del CINA. Todos nos apuntamos y nos dirigimos a los coches para acudir al primero de los puntos a visitar.
Se trata del chiringuito de la playa desde donde vemos como, con calma chicha, apenas se deslizan los vauriens y raqueros del nivel I, acompañados de la imprescindible zodiac. La patronea el jefe de base, José Luis de la Viña, que se acerca a saludarnos. Le agradecemos la buena acogida y su colaboración.
Paisaje evocador, la luz de la tarde nos permite ver Salvora al fondo, Rúa, los Xidoiros, la boya de Mar Alto, el faro de Punta Cavalo, el Puerto Norte, en definitiva, todo nuestro conocido perímetro de navegación. No hay viento y ya no llueve, lo que es estupendo para nosotros, y peor para los que intentan avanzar con la vela, aunque surge la brisa de la virazón y los barcos se animan a moverse. La Ría de Arousa, lo mismo en La Isla que en Boiro, responde a las expectativas.
Sentados todos en torno a una gran mesa, bajo los pinos y las piñas, que no dejan de caer sobre una malla que nos protege, pasamos un buen rato recordando otras épocas y contemplado la Ría. Podríamos haber estado allí hasta la noche, pero el programa nos exige cambiar de sitio, así que nos desplazamos hacia la base del CINA.
Llegamos a la Nave, donde solo está el materialista, aunque luego aparece Eli, la ama de casa, importante responsabilidad ahora definitivamente profesionalizada. Recorremos las instalaciones, que nos sorprenden por las mejoras, que en otros tiempos se verían como lujos. Hay taquilla para cada litera, con enchufe a la altura de la cabeza para el móvil y magnificas duchas con regulador de temperatura, lavabos, espejos fijados a la pared, etc. La sociedad cambia y los medios mejoran, lo que demuestra que el CINA sigue vivo.
De nuevo en caravana nos dirigidos al último punto del programa. Es el recientemente ampliado puerto de Cabo Cruz, un antiguo pequeño puerto pesquero, que ahora también tiene una gran zona para embarcaciones deportivas, con pantalanes flotantes, duchas y hasta esculturas de sirenas y delfines.
Allí, en el último pantalán, o el primero según desde donde se mire, divisamos a nuestros brontobarcos. Sí, parece imposible pero todavía viven algunos. Está el Noro, el primer Mousquetaire que tuvo el CINA, que fue trasportado desde los astilleros de Herbulot en Bretaña a La Isla de Arousa en 1968 y navega desde entonces haciendo cruceros por las rías. También está el Finisterre, un Mousquetaire Club construido en O Grove en 1978, que además de navegar por las rías llegó a cruzar el Atlántico a vela y sin motor, tripulado en solitario por Juan Adolfo Eli (Mucki). Espontáneamente nos embarcamos en ellos, aunque solo para hacernos unas fotos, porque nadie se atreve largar amarras. Esperemos que el CINA sepa darles el valor que tienen y que los siga conservando, pues son parte importante de su historia.
Tras este emotivo reencuentro con los barcos y para apurar las últimas horas de luz, nos volvemos a reunir alrededor de otra gran mesa, en la terraza del moderno bar del puerto deportivo de Cabo Cruz, para tomar juntos la última cerveza, comentar lo vivido a lo largo del día y expresar nuestro reconocimiento a José Emilio y a Chipi por la magnífica organización. La luna llena, que empieza a hacerse visible, realza la magia del momento.
Hay un sentimiento general de alegría por habernos reencontrado, por los recuerdos compartidos y porque, a pesar del tiempo transcurrido, se reestablece la comunicación como si nos hubiéramos estado viendo con frecuencia durante todos estos años. Está claro que el haber estado en el CINA nos une de una manera muy entrañable. Todos queremos que esto se repita el próximo verano y nos proponemos volver.
Para ello, se barajan ideas y, entre ellas, la que cobra más fuerza es la de que la próxima brontoquedada veraniega sea en La Isla. Contamos ya con un voluntario para organizarla, que estamos seguros que lo hará magníficamente, por lo que os animamos a todos a participar en ella.
Jesús Penas
Septiembre 2016
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