Por: Victor Simón
Cuando atracábamos al muelle con los Mousqueteires o los Tonics a veces a pasar la noche, entre el misterio, el silencio y la lluvia o la niebla, poco visitábamos, por la presencia del guardia que custodiaba la isla y solo permitía ir hasta el Almacén, según la época, a veces no estaba y la aventura de adentrarnos en tierra cambiaba nuestra percepción de navegante.
Hasta que la isla de Sálvora en el año 2002 pasó a formar parte del Parque Nacional Illas Atlánticas y en el 2007 su titularidad fue traspasada definitivamente al Ministerio de Medio Ambiente y la Xunta de Galicia, este pedazo de tierra ha vivido innumerables cambios y vicisitudes.
A finales de la Edad Media (tras formar parte de la corona gallego-asturiana) Alfonso II El Casto, la dona a la Iglesia de Santiago. Asimismo, se conoce su uso estratégico como base militar marítima para vikingos y sarracenos (en la Baja Edad Media) y para piratas y corsarios (en los siglos XVI, XVII y XVIII). Recordamos que el obispado de Iria Flavia en realidad nunca fue conquistado por los musulmanes y que el poder político y militar recaía en el propio obispado. Así una flota del obispado expulsó a los musulmanes que usaron la isla como base esperando refuerzos y debilitó toda incursión.
A mediados del siglo XVI, la isla sigue en manos privadas pero pasa de las manos de la Iglesia a las de la nobleza, que la gestionará bajo un régimen feudal, hasta inicios del S. XVII. Los pobladores, así, trabajarán las tierras de la zona entregando una parte de las cosechas y ganado a los señores de Mariño, que en 1820 se unirán en nupcias a la familia Otero, nuevos propietarios de la isla hasta el año 1904. La saga de los Mariño a lo largo de los siglos explotaron la isla en régimen feudal (los pobladores debían entregar buena parte de cosecha y ganado), e impulsaron la construcción de la fábrica de salazón de pescado. En 1770, el comerciante coruñés D. Jerónimo de Hijosa instaló por poder una fábrica de secado y salazón de pescado, que hoy es conocida como O Almacén, siendo, quizá, la primera factoría de salazón de Galicia. También se concedió una controvertida pesquería de atún a un industrial ferrolano que generó casi una inserrucección por apropiarse de las zonas de pesca ampliadas que rodeaban la isla.
Sin embargo, por motivos de defensa nacional, en 1904 Sálvora fue expropiada por el Estado, que construyó la pista, un pequeño muelle en la Praia do Almacén, frente a la taberna que el ya marqués consorte de Revilla, más tarde, convirtió en Capela de Santa Catalina. Además el Estado inauguró en 1921 el faro actual, y pasó a manos militares. Los pobladores que la habitaban se convirtieron así en colonos y dejaron de pagar contraprestaciones por el uso de la tierra.
En 1958 la familia Otero-Goyanes (descendientes de los Mariño) recuperó la propiedad de la isla, junto con los islotes de Vionta y Noro. Joaquín Otero Goyanes, General Auditor del Ejército, consiguió una concesión de los bienes del Estado, en régimen de usufructo, por 99 años, que en la práctica por las condiciones de la concesión, supuso una cesión de titularidad de playas, caminos y fuentes, que en seis ocasiones fue ratificada por los tribunales. En 1960 se añadieron las dos torres y las almenas al almacén, y es que los señores de Otero reconvirtieron la fábrica en Pazo, soltaron ciervos y jabalíes e intentaron que la isla fuera un coto de caza particular.
Pasa a formar parte del Parque Nacional de las Illas Atlánticas de Galicia en el año 2001, En marzo de 2007 la isla fue adquirida por Caixa Galicia por 8,5 millones de euros y a finales de ese mismo año el Ministerio de Medio Ambiente ejerció su derecho de tanteo, comprando Sálvora, Vionta y Noro por esa misma cantidad. La Junta de Galicia, figura como titular del paraje desde el 1 de julio de 2008, conjuntamente con el Ministerio de Medio Ambiente. Finalmente, comienza a estar accesible al público a partir del año 2010.
Solo hay dos caminos que pueden seguirse con prohibición explicita de salirse de ellos y solo el del faro puede recorrerse sin guía. Las rutas son:
Ruta do faro (acceso libre). Se trata de un sendero de 1,2 kilómetros y una duración aproximada de 30 minutos (sólo ida). A lo largo de la ruta podremos admirar un paraje repleto de enormes moles de roca granítica de formas muy curiosas y una numerosísima colonia de gaviotas. El final del trayecto es el precioso Faro de Sálvora el cual sustituye al antiguo tras la desgracia del naufragio del vapor Santa Isabel y es en 1921 cuando se decide construir el actual Faro de Sálvora
La Ruta de la aldea (acceso sólo con guía autorizado). Este sendero de 1,7 kilómetros y una duración de 40 minutos nos llevará a adentrarnos en el viejo poblado de Sálvora donde, hasta hace unas décadas, llegaron a residir decenas de colonos. En el camino encontraremos la fuente de la Telleira. Ahí nace uno de los dos manantiales de la isla, rodeado por árboles que crecen en zonas húmedas. En su entorno, aprovechando esta abundancia de agua, se instaló una pequeña fábrica donde se horneaban las tejas para las casas de la aldea. Llamada también o renombrada por el marqués fuente de Santa Catalina, fijándonos entre la maleza aún existe el horno de las tejas . La aldea en ruinas es el recuerdo de una comunidad que se instaló en la isla en el S.XIX y se mantuvo aquí hasta finalizar los años 60, llegando a tener 70 habitantes. Antes de llegar encontramos el lavadero abandonado. La Fuente y el lavadero están reconstruidas con piedras del antiguo faro. El camino parte desde la playa del Almacén tras la capilla, decir que hasta reconversión como capilla, está edificación fue el punto neurálgico de la isla, era la Taberna donde los pescadores y vecinos se reunían. En la actualidad existe un pequeño museo sobre la salazón en el Almacén. Todavía quedan ciervos introducidos en los 60 y caballos menos tímidos que pueden verse. La escultura de la sirena en una roca de la playa del Almacén, representa la leyenda del origen de los Mariño, hecha en el siglo XX por los descendientes de la familia Goián, que fueron los últimos propietarios privados de la isla. En una casa de la aldea de la isla se ha ubicado un tractor Ebro de los año 50. Las casas aún conservan el horno y la lareira
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